El fin de semana del 6 y 7 de febrero, una importante intrusión de arena y polvo procedente del Sáhara transformó los cielos y el paisaje de Europa y acarreó repercusiones de gran alcance para el medioambiente y la salud. Una vez más, se puso de manifiesto la importancia de contar con pronósticos y avisos exactos que permitan alertar de este peligro transfronterizo.
El Barcelona Dust Forecast Center, centro regional para el Norte de África, Oriente Medio y Europa del Sistema de Evaluación y Asesoramiento para Avisos de Tormentas de Polvo y Arena de la OMM (SDS-WAS), pronosticó el episodio con exactitud. El SDS-WAS tiene por objeto prestar servicios de asesoramiento para la emisión de predicciones y avisos operativos para diversas regiones del mundo de manera coordinada a nivel mundial a fin de reducir las repercusiones de esos fenómenos en el medioambiente, la salud y las economías.
"Ya sabíamos que el episodio se iba a producir. Los modelos permitieron predecir el evento realmente bien", explicó Sara Basart, del Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS), que ejerce como centro operativo.
El 5 de febrero la tormenta de arena y polvo se originó en el norte de Argelia y redujo la visibilidad a 800 metros. Las partículas de polvo transportadas por la atmósfera llegaron hasta el sureste de España y alcanzaron el sur y el centro de Europa, tiñendo el cielo de amarillo, cubriendo de arena y polvo edificios y coches y tiznando la nieve de las cordilleras de los Pirineos y los Alpes.
El 8 de febrero, la intrusión de polvo llegó al Mediterráneo oriental. También se observó una elevada concentración de polvo en superficie en la región africana del Sahel, una de las zonas más afectadas del mundo.
"Las consecuencias no se limitan a cristales o coches sucios. Las tormentas de arena y polvo provocan problemas mucho más amplios", dijo Slobodan Nikovic, miembro del Comité Director del Sistema de Evaluación y Asesoramiento para Avisos de Tormentas de Polvo y Arena y presidente del Grupo Directivo Regional del nodo del SDS-WAS para el Norte de África, Oriente Medio y Europa.
Mark Parrington, científico principal del Servicio de Vigilancia Atmosférica de Copernicus, explica lo siguiente: "Esas nubes de polvo dispararon las concentraciones en superficie de partículas en suspensión de menos de 10 µm de diámetro (PM10) y causaron un gran aumento de la profundidad óptica de los aerosoles. También pudimos constatar una notable degradación de la calidad del aire en las regiones afectadas. De hecho, en nuestro sitio web pueden verse claramente los efectos de las nubes de polvo saharianas en las ciudades afectadas, como Barcelona o Marsella. Asimismo, nuestro micrositio dedicado al monitoreo de la calidad del aire en el contexto de la COVID-19 permite ver las repercusiones del episodio".
Las tormentas de polvo y arena son peligros meteorológicos comunes en las regiones áridas y semiáridas. En general, se producen como consecuencia de tormentas —o fuertes gradientes de presión asociados a ciclones— que incrementan la velocidad del viento en una zona amplia. Cada año penetran en la atmósfera cerca de 2 000 millones de toneladas de polvo. En buena parte, se trata de un proceso natural, aunque, en gran medida, también es fruto de una gestión deficiente del agua y de la tierra.
En el último decenio, los científicos se han percatado de los impactos de esos fenómenos en el clima, la salud de las personas, el medioambiente y muchos sectores socioeconómicos.
Los Miembros de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) están a la vanguardia en cuanto a la evaluación de esos impactos y el desarrollo de productos para orientar las políticas de preparación, adaptación y mitigación. El Proyecto de la OMM sobre las Tormentas de Arena y Polvo comenzó en 2004, y en 2007 se puso en marcha el SDS-WAS. La OMM también forma parte de una coalición de las Naciones Unidas para luchar contra las tormentas de polvo y arena.
En la actualidad, más de 20 organizaciones proporcionan pronósticos diarios de la presencia de polvo a escala mundial o regional en diferentes regiones geográficas, y cabe destacar la existencia de 7 modelos mundiales y más de 15 modelos regionales que aportan sus datos al SDS-WAS. Este Sistema aglutina a las comunidades de investigadores y de usuarios de sectores como los de la salud, la energía, el transporte, la aeronáutica o la agricultura.
Actualmente el SDS-WAS cuenta con tres nodos regionales: el nodo para el Norte de África, Oriente Medio y Europa, cuyo centro alberga España; el nodo para Asia, cuyo centro alberga China; y el nodo panamericano, cuyo centro albergan Barbados y los Estados Unidos de América.
"Es extremadamente importante que lleguemos hasta los usuarios finales. Tenemos que prestar más atención a la comunicación de este producto", afirma Alexander Baklanov, de la División de Investigación sobre el Medioambiente Atmosférico del Departamento de Ciencia e Innovación de la OMM.
Así pues, la OMM supervisa y monitorea los progresos realizados en la implantación de mecanismos de alerta temprana de tormentas de polvo y arena como parte del Sistema de Alerta Temprana Multirriesgos de la OMM.
El otro gran reto consiste en dotar a los países más afectados, incluidos los de África Occidental, de sistemas que permitan avisar de esos fenómenos.
La OMM colabora con la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) de España y el Barcelona Dust Forecast Center para mejorar los avisos en Burkina Faso, uno de los países más afectados. Gracias a la financiación aportada por la Iniciativa de Riesgo Climático y Sistemas de Alerta Temprana (CREWS), Burkina Faso ha creado una página web a través de la cual emite avisos de tormentas de arena y polvo para el país, y está previsto que amplíe sus destinatarios a otros países de África Occidental. Asimismo, AEMET está desplegando una red de instrumentos para medir las partículas en forma de aerosoles que reviste una gran importancia para las aplicaciones sanitarias, dada la correlación entre las tormentas de arena y polvo y los problemas respiratorios, sin olvidar la meningitis, prevalente en la extensa zona conocida como el "cinturón de la meningitis", que abarca 26 países desde el Senegal hasta Etiopía.
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