Tiempo espacial, más allá de los límites de la Tierra
Introducing the newest discipline in WMO, its societal impact, data requirements and modes of international collaboration, setting up a parallel to the World Weather Watch for space weather.
- Author(s):
- por Larisa Trichtchenko, Centro Canadiense de Predicciones Espaciometeorológicas, Recursos Naturales del Canadá; y Kenneth Holmlund, Secretaría de la OMM

Se entiende por tiempo espacial el conjunto de condiciones variables del medio espacial natural del sistema solar. El desencadenante de los fenómenos espaciometeorológicos son sucesos que ocurren en el Sol y en el espacio interplanetario y que, en última instancia, pueden tener impacto en el medioambiente terráqueo. Si bien no entraña riesgos directos para la vida humana en la Tierra, el tiempo espacial afecta a diversas tecnologías actuales críticas y, por tanto, a la economía global. Los efectos adversos sobre la infraestructura energética, el transporte, las radiocomunicaciones, los satélites de observación, navegación y comunicaciones, etc., reducen la fiabilidad de los sistemas críticos, y ello puede repercutir en la seguridad humana.
Líneas aéreas comerciales, la industria satelital, operaciones de perforación y prospección, redes eléctricas, diseñadores de oleoductos y usuarios de sistemas de navegación basados en satélites son algunos de los usuarios habituales de los servicios de monitoreo y predicción del tiempo espacial. Los organismos encargados de la gestión de emergencias, como parte de su estrategia de gestión de riesgos, elaboran procedimientos para encarar los riesgos del tiempo espacial adverso. Desde noviembre de 2019, tres (y, dentro de poco, cuatro) Centros Mundiales de Meteorología del Espacio proporcionan servicios de predicción espaciometeorológica a la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI).
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) reconoce la creciente demanda de servicios de meteorología del espacio por cuanto la sociedad es cada vez más dependiente de tecnologías sensibles a los fenómenos espaciales. Diversos países están desarrollando procedimientos para gestionar los riesgos derivados de episodios espaciometeorológicos adversos, como parte de una estrategia de reducción de riesgos asociados a múltiples tipos de desastre. Se estima que la demanda de información espaciometeorológica se ampliará a medida que se sepa más sobre los impactos de los sucesos espaciales, que la sociedad esté más expuesta a esos fenómenos y que los productos y servicios de meteorología del espacio evolucionen.
El Decimoctavo Congreso Meteorológico Mundial aprobó en 2019 el Plan Cuatrienal de la OMM para la Coordinación de Actividades relativas a la Meteorología del Espacio 2020-2023, cuya implementación proporcionará a los Miembros de la Organización ventajas significativas en términos de observaciones más precisas y mejores servicios. La OMM ha incorporado también las observaciones espaciometeorológicas a su nueva Política Unificada de Datos. Esta Política sentará las bases para poder determinar las observaciones básicas requeridas por los servicios espaciometeorológicos, que se detallarán en el Reglamento Técnico de la OMM.
El presente artículo trata de esta área relativamente nueva de la OMM y, específicamente, de los impactos en la sociedad y las necesidades de observaciones y datos, y abarca también los servicios espaciometeorológicos y la colaboración internacional.
Tiempo espacial: un nuevo peligro en la era tecnológica
En su mayor parte, el tiempo espacial no puede ser percibido directamente por las personas, a excepción de las espectaculares auroras boreales y australes (figura 1) causadas por las perturbaciones de los campos electromagnéticos naturales y por las partículas ionizadas de la capa superior de la atmósfera denominada ionosfera. Por el contrario, sí se ven afectadas de forma habitual las numerosas tecnologías que interactúan con el entorno natural electromagnético de la Tierra.
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Estos efectos se observan desde hace mucho tiempo. La exactitud de la aguja imantada de la brújula (inventada hace más de 2 000 años y usada desde entonces para la navegación y la orientación) se ve degradada por los efectos del tiempo espacial. El telégrafo, invención del siglo XVIII, puso ampliamente de manifiesto los efectos del tiempo espacial en la tecnología. Los hilos de telegrafía son esencialmente largos conductores lineales que recorren la superficie de la Tierra y, como tales, son sensibles a las variaciones naturales del campo electromagnético terráqueo. Casualmente, el telégrafo se extendió a escala global durante un período de intensa actividad solar. Las fuertes tormentas geomagnéticas que tuvieron lugar entre el 28 de agosto y el 2 de septiembre de 1859 (conocidas como el “evento Carrington”, el mayor episodio espaciometeorológico de la historia moderna), causaron interrupciones en los servicios telegráficos de Europa y América del Norte.
O. S. Wood, superintendente de las líneas telegráficas del Canadá, expresó: “Nunca, en mis quince años de experiencia […] presencié nada tan extraordinario como la aurora boreal […] de anoche. La línea telegráfica estaba en perfecto estado y operarios experimentados trabajaron incesantemente desde las ocho de la tarde hasta la una de la madrugada […]; pero, a esa hora, las líneas estaban tan afectadas por la aurora, que fue absolutamente imposible la comunicación entre las estaciones telegráficas, y el servicio estuvo interrumpido toda la noche” (Prescott, 1866).[1]
Las comunicaciones inalámbricas comenzaron a principios del siglo XX con la invención de la radio. Sin embargo, la ausencia de largos conductores no eliminó los impactos del tiempo espacial. Las radiocomunicaciones están sujetas a la interacción de las ondas de radio con la ionosfera, capa conductora de la atmósfera, que se ve gravemente perturbada durante los episodios espaciometeorológicos, causando interferencias en la propagación de la señal. Según L. Lanzerotti (2001)[2], en 1928 Marconi aseveró sobre este fenómeno que “[…] los momentos de atenuación [de las señales de radio] prácticamente siempre coinciden con la aparición de grandes manchas solares e intensas auroras boreales, usualmente acompañadas de tormentas magnéticas […]”.
Las radiocomunicaciones de alta frecuencia (HF) en las áreas ártica y antártica se ven mucho más afectadas que en otros lugares por la mayor intensidad de las perturbaciones cercanas a los polos magnéticos.
Ya desde 1940[3] se observan efectos del tiempo espacial en las redes eléctricas (Davidson). El caso más grave se registró entre el 13 y el 14 de marzo de 1989, cuando la red eléctrica Hydro-Québec dejó de funcionar debido a una tormenta geomagnética. El episodio tuvo lugar durante unos minutos, pero dejó sin suministro eléctrico a cientos de miles de personas y negocios durante nueve horas[4].
Uno de los episodios espaciometeorológicos más intensos ocurrió en octubre de 2003. Tuvo amplios efectos en infraestructuras vulnerables e influyó significativamente en la actitud pública hacia el tiempo espacial. He aquí un extracto del informe publicado por el Consejo Nacional de Investigación de los Estados Unidos de América en 2008:
“El 30 de octubre de 2003, la Subcomisión de Medioambiente, Tecnología y Normalización de la Comisión de Ciencia de la Cámara de Representantes celebró una sesión sobre el tiempo espacial y sobre el papel y la responsabilidad de los organismos implicados en la recopilación, distribución y uso de los datos espaciometeorológicos. […] Se formularon preguntas como ¿cuál es el nivel apropiado de financiación para los organismos implicados en las predicciones del medio espacial? y ¿cuál es la importancia de tales predicciones para la industria y el comercio? Casualmente, en esos mismos días el Sol mostraba su actividad más eruptiva de los últimos tres decenios. Durante finales de octubre y primeros de noviembre de 2003 enormes chorros de energía produjeron episodios intensos de emisión de partículas energéticas solares y desencadenaron potentes tormentas geomagnéticas […] Debido a la variedad e intensidad de este estallido de actividad solar, la mayoría de las industrias vulnerables al tiempo espacial experimentaron cierto grado de impacto en sus operaciones […] Estos hechos recordaron a los científicos y a los legisladores lo mucho que puede afectar el medio espacial a la sociedad humana y a sus actividades tecnológicas, ya sean terrestres o espaciales”.
En el mismo informe se presentaron algunas estimaciones de los impactos socioeconómicos del episodio espaciometeorológico de octubre de 2003 en la tecnología vulnerable: “El grupo sueco Sydkraft informó de que fuertes corrientes de inducción geomagnética sobre el norte de Europa causaron problemas en transformadores e incluso un fallo del sistema y el consiguiente apagón. La intensidad de la radiación proveniente de la tormenta fue tal que los responsables de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) emitieron una orden a los astronautas de la Estación Espacial Internacional para que usaran protectores de forma preventiva. Las aerolíneas llevaron a cabo actuaciones sin precedentes sobre las rutas de latitudes altas para evitar los altos niveles de radiación y las áreas sin posibilidad de comunicaciones. La alteración de las rutas costó entre 10 000 y 100 000 dólares estadounidenses por vuelo. Las misiones del espacio profundo y satélites en todo tipo de órbita notificaron numerosas anomalías. El equipo de operaciones de misiones científicas espaciales del Centro de Vuelos Espaciales Goddard indicó que se vieron afectadas aproximadamente el 59 % de las misiones científicas terrestres y espaciales. Se sospecha que las tormentas fueron las causantes de la pérdida del satélite avanzado de observación de la Tierra ADEOS-2, valorado en 640 millones de dólares[5]. A bordo del ADEOS-2 viajaba el SeaWinds, instrumento de la NASA valorado en 150 millones de dólares".
Hoy en día, miles de satélites que orbitan en el espacio cercano a la Tierra posibilitan las predicciones meteorológicas, las comunicaciones, la navegación, la televisión y muchas más utilidades. Las condiciones espaciometeorológicas peligrosas afectan directamente a los sistemas satelitales e interfieren con los servicios que estos proporcionan. El Sistema Mundial de Navegación por Satélite (GNSS) presta uno de los servicios basados en satélites más ampliamente usado, del que cabe destacar aplicaciones como la navegación y la sincronización horaria, y cuyos usuarios trabajan en una amplia gama de sectores económicos, desde la aviación hasta la banca. Este servicio es también vulnerable al tiempo espacial adverso. Por ejemplo, los episodios de octubre de 2003 perturbaron durante unas 30 horas los servicios del Sistema de Aumentación de Área Amplia (WAAS), basado en el Sistema de Posicionamiento Global (GPS)[6].
Cabe mencionar que el evento Carrington, de 1859, fue varias veces más intenso que cualquier otro episodio ocurrido en los últimos 50 años. En el presente, un evento similar conllevaría perturbaciones socioeconómicas más profundas y extensas que entonces. La creciente vulnerabilidad global al tiempo espacial es una cuestión que preocupa cada vez más. Desde 2008[7]-[10], se han llevado a cabo numerosos estudios para evaluar los impactos económicos y sociales de los episodios de tiempo espacial adverso y los niveles de servicio requeridos.
Causas de los episodios espaciometeorológicos y observaciones espaciometeorológicas esenciales
Con el objeto de proporcionar servicios esenciales, es necesario observar el tiempo espacial entre el Sol y la Tierra con gran exactitud e intercambiar los datos de forma oportuna. Esto supone un desafío, dada la inmensidad del medio en el que se desarrolla el tiempo espacial y la limitada capacidad de observación a la hora de cubrir el espacio entre el Sol y la Tierra, así como la propia superficie terrestre. La gran variedad de procesos físicos que rigen el tiempo espacial requiere el desarrollo de nuevas capacidades instrumentales. Los modelos de propagación de las perturbaciones espaciometeorológicas, numéricamente complejos, juegan un papel fundamental en el suministro de predicciones de estos fenómenos.
Las observaciones espaciometeorológicas dependen de instrumentos terrestres y orbitales, operativos y científicos, que monitorean las condiciones de (en orden decreciente de distancia a la Tierra) el Sol, el viento solar y la heliosfera, la magnetosfera, la ionosfera, la termosfera y el campo geomagnético terrestre.
Existen multitud de tipos de perturbaciones solares, que dan lugar a diferentes fenómenos en el espacio cercano y sobre la superficie de la Tierra, así como a diferentes efectos en la tecnología (figura 2). Dos fenómenos solares son el origen de los efectos espaciometeorológicos más inmediatos: las fulguraciones solares, con impactos sobre la Tierra en cuestión de minutos, y las partículas energéticas solares, que alcanzan la Tierra al cabo de horas. Ambos fenómenos, de rápida propagación, interfieren en las operaciones de los satélites y perturban la ionosfera, afectando a las radiocomunicaciones y a las señales del GNSS. Además, ambos pueden incrementar la radiación en el espacio cercano en latitudes altas.
Más lentas que las dos anteriores, las eyecciones de materia coronal son emisiones de plasma que alcanzan la Tierra entre uno y varios días después de ocurrir en el Sol. Son responsables de las tormentas geomagnéticas e ionosféricas más potentes, que afectan a múltiples sistemas que operan en el espacio y en tierra, tales como satélites, sistemas de comunicaciones y navegación, y redes eléctricas.
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Además, se producen fenómenos recurrentes relacionados con la rotación solar (cuyo período aproximado es de 27 días) que tienen menor impacto en la tecnología. La periodicidad de la actividad solar con frecuencia se determina mediante un aumento en el número de manchas solares (y en el flujo de radiación solar en la longitud de onda de 10,7 cm). Estas se producen cada 11 años aproximadamente y sirven de indicador “climatológico” solar desde hace siglos (los registros más antiguos se remontan al año 200 a. C., aproximadamente)[11].
Los observatorios terrestres, tanto ópticos como de radiofrecuencia, suministran algunas observaciones solares, que son fundamentales para múltiples aplicaciones espaciometeorológicas, como el monitoreo de la actividad solar a corto y largo plazo, así como la inicialización de modelos numéricos de predicción del tiempo espacial (figura 3). Existen más de ochenta observatorios solares terrestres en operación, según la Unión Astronómica Internacional.
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Figura 3. A la izquierda, imagen del radiobservatorio de Penticton (Canadá) y, a la derecha, su gráfica de observación de la radioseñal solar en la longitud de onda de 10,7 cm, que muestra los ciclos solares de 11 años (Tapping, K., 2013)[12]) |
La observación del Sol desde el espacio aporta mediciones esenciales, sin la obstrucción de la atmósfera terrestre, y permite el monitoreo in situ de la propagación de perturbaciones del plasma del viento solar y de las partículas energéticas solares (figura 4).
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Figura 4. Observaciones satelitales del Observatorio Solar y Heliosférico (SOHO) correspondientes al episodio espaciometeorológico del 14 de julio de 2000, en diferentes longitudes de onda. Izquierda: destello de la fulguración solar a las 10:24 UT. Centro: halo completo de la eyección de materia coronal a las 10:54 UT (la parte central del Sol, más brillante, está tapada). Derecha: “nieve” consecuencia del impacto de partículas solares energéticas sobre el sensor del satélite a las 11:30 UT. Cortesía de la NASA/ESA |
Las misiones espaciales proporcionan observaciones in situ de parámetros críticos de las perturbaciones solares, tales como el campo magnético y las características de partículas cargadas, antes de que afecten a la Tierra (figura 5). Sin embargo, las mediciones desde la superficie son igualmente importantes, ya que brindan un conocimiento crítico de la situación y, en muchos casos, sirven como datos esenciales de entrada en los modelos de predicción.
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Figura 5. Izquierda: componentes del satélite ACE, con numerosos detectores de partículas en el centro y magnetómetros unidos a los paneles solares (cortesía de la NASA). Derecha: ilustración artística de los satélites de observación del tiempo espacial en diferentes órbitas (https://www.nesdis.noaa.gov/content/top-5-times-solar-activity-affected…) |
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Figura 6. Izquierda: magnetómetro (Hrvoic y Newitt)[13]). Derecha: observatorio geomagnético de Iqaluit (Canadá) (Cortesía de Mark Lamothe). |
Los observatorios geomagnéticos monitorean las variaciones geomagnéticas terrestres, que afectan a las infraestructuras en superficie (figura 6). El consorcio Intermagnet cuenta con más de 100 observatorios de ese tipo, y hay muchos otros, ajenos a esta red, que son operados, por ejemplo, por universidades. El incremento de neutrones en superficie debido a la interacción de partículas altamente energéticas con la atmósfera se mide mediante los sensores de unas 35 estaciones y los datos se usan en modelos de radiación a diferentes altitudes.
Ground geomagnetic variations, which affect ground infrastructure, are monitored by the geomagnetic observatories (Figure 6). There are more than 100 such observatories in the Intermagnet consortium and more beyond the Intermagnet, operated, for example, by universities. Ground enhancements of neutrons due to highly energetic particles interaction with the atmosphere are observed by neutron monitors (~35 stations) and are used in radiation models at different altitudes.
El “tiempo” ionosférico se monitorea desde la superficie terrestre usando métodos tanto activos como pasivos a través de aproximadamente 80 ionosondas, unos 40 riómetros y cerca de 500 receptores del GNSS, repartidos por todo el globo. Los receptores de la señal de los satélites GNSS proporcionan mediciones “híbridas” ionosféricas (figura 7).
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Figura 7. Izquierda: mapa del contenido total de electrones de la ionosfera sobre el Canadá, obtenido usando datos del sistema GNSS. Derecha: mapa de estaciones de seguimiento del sistema GNSS |
Es preciso enfatizar que el escaso monitoreo in situ (espacial) de la iniciación y la propagación de las perturbaciones solares es un problema que no será resuelto por completo en un futuro inmediato. No obstante, cabe esperar algunos progresos fruto de la correcta descripción de las carencias en materia de observaciones y la priorización coordinada de las misiones espaciales.
De forma similar, las redes de observación en superficie, operadas por diversas entidades (gobiernos, universidades, etc.) proporcionan cobertura geográfica limitada. Existen diferentes prioridades y capacidades, y los esfuerzos no están actualmente coordinados dentro de un sistema espaciometeorológico unificado, de cara al suministro oportuno de datos sólidos de calidad operativa. Con el objeto de mitigar eficazmente los impactos negativos del tiempo espacial, se han de reforzar las capacidades de observación tanto en tierra como en el espacio, así como la capacidad de modelización numérica de los fenómenos y de sus impactos en la tecnología. La escala de estos esfuerzos está más allá del alcance de ninguna nación individual. La clave es, por tanto, que los países coordinen sus esfuerzos bajo la dirección de la OMM (figura 8).
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Al igual que sucede con las observaciones del sistema Tierra (tales como el tiempo atmosférico, el clima y la composición atmosférica), la mejor forma de coordinar los sistemas de observación del tiempo espacial, ubicados tanto en el espacio como en superficie, sería usando los principios del Sistema Mundial Integrado de Sistemas de Observación de la OMM (WIGOS). Los Miembros y otros beneficiarios tendrían acceso gratuito y abierto a productos espaciometeorológicos coherentes y de calidad garantizada, a través del Sistema de Información de la OMM (WIS), de acuerdo con los estándares de la OMM.
Los servicios espaciometeorológicos y la OMM: progreso coherente hacia la vigilancia del tiempo espacial
La primera predicción de un fenómeno espaciometeorológico, una aurora, se llevó a cabo a mediados del siglo XVIII (Cade, 2013)[14]. Las primeras predicciones del impacto del tiempo espacial en la tecnología estaban asociadas al telégrafo (Major, 2016)[15] y se publicaron en 1879 (cuando el número de manchas solares comenzó a aumentar) en la revista de la Sociedad de Ingenieros y Electricistas Telegráficos con el objeto de avisar a la comunidad de la telegrafía de un posible incremento de la actividad geomagnética y de los problemas asociados en las operaciones telegráficas.
La predicción periódica de las condiciones espaciometeorológicas fue iniciada por la Unión Radiocientífica Internacional (URSI), que reconoció que los cambios en el medio espacial afectarían a las radioseñales y sugirió la necesidad de crear un servicio de emisión de boletines radiocósmicos diarios (ursigramas). En 1928, desde la Torre Eiffel, se difundieron por primera vez las condiciones de radiopropagación.
Actualmente, existen unos veinte centros de meteorología del espacio que, operando desde diferentes países, prestan servicios en esa esfera. Desde 1962, el Servicio Internacional del Medio Espacial (ISES) ejerce de organización paraguas para los servicios espaciometeorológicos, y actúa como foro para compartir datos, intercambiar y comparar pronósticos, analizar las necesidades de los usuarios y determinar las mayores prioridades para mejorar los servicios.
Dada la escala planetaria de los episodios espaciometeorológicos, la coordinación mundial es fundamental y jugará un papel clave en la mejora de la resiliencia de las naciones frente a los efectos del tiempo espacial. La OMM es una de las pocas organizaciones que promueve la colaboración operativa a nivel mundial. Como tal, la Organización tiene la capacidad de hacer que la información espaciometeorológica pertinente sea accesible para todos sus Miembros.
En 2008, la 60ª reunión del Consejo Ejecutivo de la OMM destacó los considerables impactos del tiempo espacial en las infraestructuras críticas y las actividades humanas más importantes, y reconoció la sinergia potencial entre los servicios meteorológicos y los espaciometeorológicos en beneficio de los usuarios operativos. El Decimosexto Congreso Meteorológico Mundial reconoció asimismo la necesidad de llevar a cabo un esfuerzo coordinado de los Miembros de la OMM para proteger a la sociedad de los peligros mundiales ocasionados por el tiempo espacial. En mayo de 2010, la OMM creó el Equipo de Coordinación Interprogramas sobre Meteorología del Espacio, que desarrolló el primer Plan Cuatrienal de la OMM para la Coordinación de Actividades relativas a la Meteorología del Espacio 2016-2019.
En mayo de 2015, el Decimoséptimo Congreso Meteorológico Mundial suscribió el deber de la OMM de asumir la coordinación internacional del monitoreo y la predicción operativos del tiempo espacial, con el objeto de apoyar la protección de la vida, los bienes y la infraestructura crítica, y de mitigar los impactos en las actividades económicas. En 2016, la 68ª reunión del Consejo Ejecutivo aprobó el Plan Cuatrienal de la OMM para la Coordinación de Actividades relativas a la Meteorología del Espacio 2016-2019 y el establecimiento de un Equipo de Coordinación Interprogramas sobre Información, Sistemas y Servicios relativos a la Meteorología del Espacio. El Decimoctavo Congreso Meteorológico Mundial aprobó el Plan Cuatrienal de la OMM para la Coordinación de Actividades relativas a la Meteorología del Espacio actualizado para el período 2020-2023.
Con la emergente necesidad de servicios espaciometeorológicos mejorados y, por tanto, de observaciones pertinentes del tiempo espacial, la OMM está también introduciendo las observaciones espaciometeorológicas en la nueva Política Unificada de Datos de la Organización. La nueva Política establecerá los fundamentos para la determinación de las observaciones básicas requeridas por los servicios espaciometeorológicos, que se detallarán en el Reglamento Técnico de la OMM.
Actualmente, se está integrando la meteorología del espacio en el núcleo de actividades básicas de la OMM, con la mirada puesta en una vigilancia mundial del tiempo espacial. Para ello, los sistemas de observación espaciometeorológica (en superficie y en el espacio) deberían coordinarse usando los principios del WIGOS, de manera que los Miembros tengan acceso a productos espaciometeorológicos coherentes y de calidad garantizada a través del WIS.
References
[1] Prescott, G.B., History Theory and Practice of the Electric Telegraph, Ticknor and Fields, Boston, 1866
[2] Lanzerotti L.J. (2001) Space Weather Effects on Communications. In: Daglis I. (eds) Space Storms and Space Weather Hazards. NATO Science Series, vol 38. https://doi.org/10.1007/978-94-010-0983-6_12
[3] Davidson, W. 1940. “The Magnetic Storm of March 24, 1940 – Effects in the Power System.” Edison Electric Institute Bulletin 8: 365–366
[4] Guillon et al., 2016. A colorful blackout: The havoc caused by auroral electrojet generated magnetic field variations in 1989. IEEE Power and Energy Magazine, 14(6), 59-61
[5] Severe Space Weather Events: Understanding Societal and Economic Impacts: A Workshop Report. Washington, DC: The National Academies Press, 2008.
[6] Komjathy et al.The ionospheric impact of the October 2003 storm event on Wide Area Augmentation System. GPS Solutions 9, 41–50 (2005). https://doi.org/10.1007/s10291-004-0126-2
[7] National Research Council report, 2008 on Severe Space Weather Events: Understanding Societal and Economic Impacts (https://doi.org/10.17226/12507);
[8] UK Royal Academy of Engineering report, 2013 (www.raeng.org.uk/spaceweather);
[9] National Space Weather Strategy and Action Plan, 2019 (https://www.whitehouse.gov/ostp/);
[10] National Academies of Sciences, Engineering, and Medicine report, 2021, Planning the Future Space Weather Operations and Research Infrastructure, (https://doi.org/10.17226/26128
[11] Kevin D. Pang and Kevin K. Yau, Eos, Vol. 83, No. 43,22 October 2002
[12] Tapping, K. F. (2013), The 10.7 cm solar radio flux (F10.7), Space Weather, 11, 394–406,doi:10.1002/swe.20064
[13] Hrvoic I., Newitt L.R. (2011) Instruments and Methodologies for Measurement of the Earth’s Magnetic Field. In: Mandea M., Korte M. (eds) Geomagnetic Observations and Models. IAGA Special Sopron Book Series, vol 5. Springer, Dordrecht. https://doi.org/10.1007/978-90-481-9858-0_5
[14] Cade, W. B., III, “The First Space Weather Prediction”, Space Weather, 11, 330–332, http://doi:10.1002/swe.20062.
[15] G. Major, The Early History of Space Weather: Observations that Connected Solar Activity and its Influence on the Earth, https://ams.confex.com/ams/96Annual/webprogram/Session39849.html
Author
Larisa Trichtchenko, Canadian Space Weather Forecast Centre, Natural Resources Canada, and Kenneth Holmlund, WMO Secretariat